26 de diciembre de 2014




Buddy DeFranco - Valencia 1993




Ayer 24 de diciembre a sus 91 años el clarinetista Buddy DeFranco nos abandonó para siempre. Había nacido en New Jersey en 1923. Fue el primer músico en conseguir que el clarinete no se quedara atrás en la evolución del jazz moderno, adaptando el clarinete al movimiento bebop. Durante su carrera grabó más de 150 discos siendo el clarinetista más avanzado de jazz desde la Época del Swing. Buddy de Franco fue un músico dotado de una capacidad improvisativa e imaginativa como pocos en la historia del jazz. Tocó y grabó junto a muchos grandes del jazz como Art Tatum, Tal Farlow, Billie Holiday, Nat King Cole, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Stan Getz, Lenny Tristano, Billy Eckstine, Barney Kessel, Herb Ellis, Art Blakey, Mel Tormé, Terry Gibbs, Oscar Peterson, Sonny Clark, Gene Krupa, entre otros. Durante los años 1945 a 1955 fue nombrado consecutivamente por la prestigiosa revista Down Beat como Mejor Clarinetista entre los clarinetistas de esa época. Buddy DeFranco fue elegido miembro honorífico en el 'American Jazz Hall of Fame', sociedad creada para el reconocimiento de aquellos individuos que han realizado contribuciones excepcionales a la música de jazz, entre ellos están Art Blakey, Charlie Parker o Norman Granz.

Aquí muestro una imagen que le hice en Valencia en 1993. La fotografía se encuentra en mi libro recién editado de retratos de jazz When Lights Are Low. Fue un placer conocerle maestro.

Buddy DeFranco © by Esther Cidoncha, Valencia 1993



23 de diciembre de 2014




George Cables - Newport Jazz Festival 2014 - Rhode Island




El concierto empezó sin el pianista George Cables. Al cabo de unos minutos lo vi salir entre bambalinas hacia el escenario sigiloso, cauteloso, tímido tal vez. Pensé esta es mi oportunidad de hacerle la instantánea, una vez se siente al piano lo tendré un poco más difícil. Y así fue como capture esta imagen con todo el respeto del mundo hacia uno de los grandes pianistas. Nació en Brooklyn, Nueva York en 1944. A sus 70 años sigue con esa vitalidad que le caracteriza, con esa elegancia en el fraseo y esa generosidad como persona. Y como estamos a día 23 de diciembre aprovecho este momento para desearos Felices Fiestas y Feliz Año 2015. PAZ, AMOR, SWING.


THE COOKERS
Donald Harrison: saxos, flauta
Billy Harper: saxo tenor
Eddie Henderson: trompeta
David Weiss: trompeta
George Cables: piano
Cecil McBee: contrabajo
Billy Hart: batería
Newport Jazz Festival 2014, 60 Years, 3 de agosto de 2014

George Cables © by Esther Cidoncha 2014







22 de diciembre de 2014




'When Lights Are Low' - El jazz visto por Esther Cidoncha - El Blog de Missingduke




EL BLOG DE MISSINGDUKE
JAZZ HASTA EN LA SOPA / JAZZ EEEEEVERYWHERE

'When Lights Are Low'. El jazz visto por Esther Cidoncha
Lunes, 10 de noviembre de 2014

http://missingduke.blogspot.com.es/2014/11/when-lights-are-low-el-jazz-visto-por.html


Posiblemente, dos fueron los hechos biográficos que llevaron a Esther Cidoncha a acabar teniendo una irrevocable relación íntima con el jazz.

El primero de ellos es la revelación que sintió al escuchar por vez primera en su adolescencia un sonido que nada tenía que ver con la música de autor a que estaba acostumbrada en su entorno. Aquello, llamado jazz, creó en ella tal sentido de la identidad que nunca más volvió a abandonarlo.

El segundo de estos hechos se aproximó a través de un vehículo diferente: el de la fotografía. Su interés por la obra de figuras como Cartier-Bresson o Bill Brandt la llevaron a conocer el trabajo de otros fotógrafos cuyas instantáneas se centraban en el mundo del jazz. William Claxton fue una de las piezas de este engranaje de circunstancias que llevaron a Esther Cidoncha a empezar a experimentar con un cámara hacia la década de 1990.

Esta afición pronto empezó a tomar forma de obsesión porque, finalmente, en palabras de Esther, "es tu reto". Cuenta que la fotografía le recuerda al jazz "porque cuando todo comenzó no había escuelas; los músicos practicaban horas y horas buscando su sonido". Ella sintió algo parecido en el trabajo por encontrar el matiz adecuado para cada imagen: "Ahora tienes Photoshop, pero entonces para crear esos matices recurría al papel."

Ya con un propósito claro, Esther Cidoncha decidió enfocar su vida y su cámara en lo que sucedía durante las actuaciones de jazz. Comprendió bien que la improvisación es algo único que sólo existe durante un instante, y quiso aceptar el reto de plasmarlo en una imagen. Esta búsqueda por conseguir retratar al músico como vehículo de ese trance musical y vital que es la improvisación la llevó a tomar fotografías por toda suerte de teatros, clubes, festivales y antros a lo largo de varios países.

Un paseo por esta vida de instantáneas es el corazón de lo que encontraremos en When Lights Are Low: un catálogo que muestra parte de lo que el jazz ha sido en las últimas dos décadas, y, a la vez, un plano secuencia de la evolución en la fotografía de Esther Cidoncha, donde por medio de sus imágenes se narran sus primeras pruebas, su experimentación, su paso de lo analógico a lo digital y la cimentación de su estilo.

Este estilo, tan reconocible hoy en su fotografía, marca el título del libro, pues en sus cuatro palabras se define la presencia de un lugar íntimo, en su mayoría clubes sin apenas iluminación, la ausencia de flash en su cámara y el ajuste de una sensibilidad ISO muy alta para conseguir estas piezas en blanco y negro que quieren atestiguar un momento y trascender hacia la sinestesia para conseguir convertir el sonido en imagen.




When Lights Are Low. Retratos de Jazz
Textos de Wadada Leo Smith, Antonio Muñoz Molina, Chema García Martínez y José María Díaz-Maroto.
Editado por La Fábrica. 24 x 27 cm. 232 páginas (cartoné con camisa).
ISBN: 978-84-15691-95-2

http://missingduke.blogspot.com.es/2014/11/when-lights-are-low-el-jazz-visto-por.html





Ron Carter - Newport Jazz Festival 2014 - Rhode Island




Ver sonreír y disfrutar al mítico contrabajista​ americano Ron Carter es toda una delicia, en Newport Jazz Festival Fort Adams State Park, nos regaló un excelente concierto, lleno de ritmo, pulsación, con su swing particular, una elegancia intemporal, complejidad, creatividad, sabiduría, de sonido impecable. Se notaba que estaba relajado, divirtiéndose y eso se transmite y se percibe. Nació en Michigan en 1937. Sus dedos entrenados, largos, disciplinados, ágiles, endurecidos y su mente inteligente y muy creativa hacen de él un hombre y un músico joven. Carter se hizo famoso gracias al segundo gran quinteto de Miles Davis, a comienzos de los años 1960, que también incluía a Herbie Hancock, Wayne Shorter y Tony Williams. Ha grabado y tocado con los más grandes como Thelonious Monk, Art Farmer, Red Garland, Randy Weston, Wes Montgomery, Tommy Flanagan, Dexter Gordon, entre muchos. Qué placer tener al grandísimo Ron Carter a tan solo un metro de distancia una mañana de agosto en Newport.

Ron Carter, contrabajo
Russell Malone, guitarra
Donald Vega, piano
Newport Jazz Festival, Rhode Island, agosto 2014

Ron Carter © by Esther Cidoncha





20 de diciembre de 2014




Lee Konitz - Newport Jazz Festival - Rhode Island 2014




Me encanta el saxofonista alto Lee Konitz y además he tenido la gran suerte de verlo y fotografiarlo en diferentes ocasiones en directo. Es un honor y un placer. Está considerado uno de los músicos impulsores del cool jazz, se ha aproximado al bebop y a la vanguardía jazzística. Uno de mis discos favoritos sin duda es 'Lee Konitz with Warne Marsh'. Me gustan mucho 'Cool Man', 'Lee Konitz meets Jimmy Giuffre', 'Very Cool', o 'Conception', por nombrar algunos de diferentes etapas. Nació en Chicago en 1927. Estamos a punto de terminar 2014 y Konitz sigue tocando con fuerza y sensibilidad. Soplar no le debe ser ya tan fácil y sus manos quizá no tengan la misma agilidad de antes, sin embargo cuando coge el saxo su mente despejada y creativa lo da todo de sí.

Lee Konitz
Newport Jazz Festival, Rhode Island, 2014

Lee Konitz © by Esther Cidoncha 2014











Esther Cidoncha, fotografía más allá de la mitología del jazz. Por Carlos Pérez Cruz. EL ASOMBRARIO.




EL ASOMBRARIO

http://elasombrario.com/esther-cidoncha-fotografia-mas-alla-de-la-mitologia-del-jazz/

Esther Cidoncha, fotografía más allá de la mitología del jazz
Por Carlos Pérez Cruz
23 de Noviembre de 2014




      

Reflexiona el escritor Antonio Muñoz Molina: “El buen fotógrafo de jazz es el que retrata la condición entre profetas solitarios y jornaleros cumplidores de los músicos”. Es precisamente lo que ha sabido hacer Esther Cidoncha en su primer libro de fotografías de jazz, ‘When lights are low’, publicado recientemente por La Fábrica y en el que muestra su trabajo en escenarios de España, Europa y EE UU desde 1990 hasta hoy. De ella ha dicho Muñoz Molina: Cidoncha sabe captar “agudamente en los músicos de jazz esa presencia imponente y sin arrogancia tan particular de ellos”.

Escribe el periodista Chema García Martínez: “La cámara de Esther Cidoncha se mueve por los márgenes precisos de la realidad; el territorio de las luces tenues donde nada es cierto y todo es posible”. Y añade el trompetista Wadada Leo Smith: “Observando las bellas fotografías que Esther Cidoncha nos ofrece en su libro, veo una conexión real entre el ayer y el mañana, los viejos músicos y los nuevos”.



Carlos Pérez Cruz : “El ojo escucha lo que el oído no oye”. Es una cita de Geoff Dyer que preside un texto tuyo incluido en el libro. Imagino que primero fue el oído y después el ojo. ¿Qué llegó a apreciar Esther Cidoncha a través del ojo que no hubiera percibido antes con el oído?

Esther Cidoncha : Creo que el ojo acompañó rápidamente al oído. Antes de ir a conciertos, empecé a escuchar discos de jazz fijándome mucho en las cubiertas y en sus fotografías, que me llamaron poderosamente la atención. No puedo desligarlo, desde el principio las imágenes me resultaban muy sugestivas, me motivaban poderosamente. La música de jazz fue como un rayo que me partió en dos. Nada más empezar a escucharla me enamoró por completo por su complejidad, por su forma sobria, auténtica, por su forma de expresar emociones que llegan directas hacia nosotros. Todo eso me causó una fuerte impresión.


Carlos Pérez Cruz : El jazz es quizá la expresión musical que más literatura fotográfica tiene. Hay algo que parece hacerla especialmente atractiva para el ojo fotográfico. ¿Qué es?

Esther Cidoncha : Son muchas cosas, hay muchos parámetros al respecto. Si ves las fotografías de Herman Leonard, te llama extraordinariamente la atención la fuerza que tienen y transmiten, cómo capta la esencia, esa autenticidad, cómo traslada a las imágenes el swing, tienen musicalidad, son sonoras, algo muy auténtico. También llama muchísimo la atención la composición, el entorno del propio músico, lo que le rodea, los instrumentos tan variados, es plástico y fotogénico. Los grandes fotógrafos como Leonard o William Claxton surgieron en la época dorada de los años cincuenta, la del tabaco, el humo de los cigarrillos, las copas… Se enamoraron de esa tremenda plasticidad. Por supuesto, les gustaba muchísimo el jazz. Los fotógrafos que trabajaron en Nueva York o lo hicieron en la costa Oeste no entienden igual la fotografía de jazz, aunque todos son igualmente interesantes. Todo ello me causó gran impresión. Yo llevaba tiempo viendo catálogos de fotografía de los grandes, Cartier-Bresson, Lee Friedlander, André Kertész… Me llamaban mucho la atención, yo era muy fanática de comprar catálogos y pasarme horas y horas viéndolos, pero en cuanto conocí el jazz comprendí enseguida que quería hacer ese tipo de fotografías. Fue entonces cuando me compré la cámara de fotos.


Carlos Pérez Cruz : Al igual que la propia música sigue su camino -cambia, muta, evoluciona- también lo hace la fotografía. Tengo la sensación de que en la fotografía de jazz hay un peso muy importante de la tradición determinada por algunos de los nombres que has mencionado. ¿Pesa cómo se ha mirado al jazz desde la fotografía?

Esther Cidoncha : Sí, muchísimo. Aunque veo nuevas tendencias, no son las mías. A mí, a la hora de buscar mi propia estética, mi lenguaje fotográfico, me han influido principalmente Herman Leonard, William Claxton, Burt Goldblatt, también Lee Friedlander, que sacó bastantes libros de músicos de jazz. Sí, hay un peso muy importante, por lo menos en mi visión, en mi forma de hacer. Dentro de ese lenguaje incluyo a Mark Ryan, Ansel Adams, Alexander Rodchenko, Paul Strand, Bill Brandt… Es decir, los grandes clásicos, sobre todo de la época de los años cincuenta y sesenta, me han influido poderosamente y es de la manera en que entiendo la fotografía. Creo que hay un paralelismo importante con el jazz. La verdad es que sigo escuchando la música de los años cincuenta, no me puedo apartar de esa década fantástica, la época dorada. Por supuesto que me gusta la vanguardia, que he ido este mes a ver a Louis Moholo, que tengo [en el libro] a Peter Brötzmann, a Anthony Braxton; soy una fanática también de lo que se está haciendo actualmente en la vanguardia, pero reconozco que en cuanto a lo que es una estética visual me siguen atrayendo los grandes clásicos, lo tengo muy claro. De hecho, todo lo que estoy viendo nuevo no me impacta. En primer lugar, las fotografías actuales a color tienen una gran influencia del pop, mucho más comercial, de estudio, no me gustan personalmente, las veo más artificiales, más de pose, como si se alejaran de lo que significa el lenguaje del jazz, que tiene una gran semejanza con lo que hicieron los grandes fotógrafos de los años cincuenta. Por eso yo quiero seguir esa tradición.


Carlos Pérez Cruz : Hablas de color en esas nuevas formas fotográficas. Dice el trompetista Wadada Leo Smith: “Cuando hay color, la gente se parece a nosotros, no hay diferencia entre la foto y la realidad. Pero el blanco y negro establece una diferencia real, porque te obliga a pensar en qué consiste la imagen, en qué es real y qué no lo es. Sin esa reflexión no hay arte”. La elección del blanco y negro podría parecer una cuestión simplemente estética. ¿Hay algo más allá de un criterio estético para la elección del blanco y negro en tus fotografías?

Esther Cidoncha : Sí. Para empezar, entiendo que entre el jazz y la fotografía hay ciertas similitudes. Por ejemplo, su espontaneidad, la captación de emociones, experiencias que se traducen en un breve instante. Entiendo que la fotografía en blanco y negro basta por sí sola para expresar el jazz por su lenguaje sobrio, puro, austero, sugestivo, evocador…, no necesita el color. Para mí el color es un aderezo extra, lo asemejo más a otro tipo de lenguajes, quizá más el pop, el rock, que son lenguajes con muchos más aderezos, más decoración, mientras el del jazz es austero y sobrio. La esencia del blanco y negro retrata perfectamente y se asemeja más al jazz.


Carlos Pérez Cruz : El abaratamiento de las cámaras ha permitido que muchas personas dispongan de buenos instrumentos, otra cosa es su uso. El acceso a internet ha facilitado que sus disparos estén presentes en cientos y cientos de espacios web, blogs, etcétera. La sobreabundancia de imágenes puede llegar a nublar la vista. ¿Qué hace de una fotografía no sólo un recuerdo sino una obra de arte?

Esther Cidoncha : Que la fotografía transmita más allá de la mera documentación. No se trata de disparar sin buscar algo más. Cuando disparas porque sí, simplemente para tener un recuerdo del concierto, lo que estás haciendo es documentar esa realidad tal cual está siendo en el escenario, pero bajo una óptica que no es la del ojo del fotógrafo sino simplemente la del ojo de la propia cámara. Tú disparas, haces clic y automáticamente esa cámara saca una imagen. Un buen fotógrafo que tenga criterio ha de dedicarle tiempo a saber qué fotografía quiere hacer. Por eso no creo en estos fotógrafos que disparan clac clac clac clic clic sin parar, sino que hay que mantener una cierta calma, convertirse de alguna manera en un cazador y buscar belleza en la imagen. Necesitas tener mucha serenidad, tranquilidad, a la hora de captar una imagen, porque tienes que ver la composición, la estructura, fijarte mucho en los gestos para buscar la personalidad del músico, para saber aprovechar bien cada momento de ese instante, ver cómo utiliza su instrumento, qué instrumento es… No es lo mismo estar en un club de jazz con muy poquita luz que en un festival, que estar en un camerino. Hay que estudiar muchísimo cada situación, fijarse detalladamente en la personalidad del músico, es muy importante.

Con las antiguas máquinas, al tener muy pocos negativos, se pensaba mucho. Actualmente debería seguir siendo así. Sabemos que con las digitales disparas y esa fotografía digital se borra si no te gusta, pero yo no soy partidaria de eso. Veo cómo muchos fotógrafos que tengo cerca de mí se ponen a disparar, y yo muchas veces me pregunto sinceramente -pero no me lo pregunto juzgando a los demás sino porque me gusta hacerme preguntas para mejorar como fotógrafo-, ¿qué es lo que están disparando realmente? ¿Qué están pensando cuando disparan? ¿Por qué se agachan? ¿Por qué se ponen de pie en un ángulo? ¿Qué es lo que buscan? ¿Qué hacen? Es muy importante observar las fotografías de los demás fotógrafos para saber exactamente dónde estás tú, qué es lo que quieres hacer y qué pretendes. Para ello se necesita mucha reflexión, muchas horas y, cuando estás delante de los músicos, saber exactamente y tener un criterio claro de lo que quieres hacer.


Carlos Pérez Cruz : Reflexionas en el libro sobre la dificultad para trabajar en condiciones de luz tan extremas, pero también en la incidencia que puede tener la presencia de un fotógrafo en el disfrute del público y en la concentración del músico. Hay conciertos hoy donde casi hay más fotógrafos que espectadores. ¿Cómo se debería gestionar la presencia de fotógrafos en conciertos? Porque se están dando situaciones de conflicto.

Esther Cidoncha : Es más que cierto. Por ejemplo, yo este verano estuve en el famosísimo festival de Newport, que celebraba el sesenta aniversario y fui a conocerlo, a disfrutar de él. Allí hay una selección bastante rígida. Hay que mandar un dossier del trabajo del fotógrafo con muchos meses de anticipación. Tardan un tiempo en responder porque hay un análisis, un estudio de la calidad de las fotografías. Ven los medios para los que has trabajado, cómo, y entonces te dan o no el visto bueno. Si te lo dan, tienes permiso para entrar a las salas VIP, en las de los artistas, puedes estar con ellos, ir al backstage, tienes cierta libertad para moverte en torno a todo el festival, es un muy buen proyecto para que festivales como los de España tomen en consideración.

Aquí no se trabaja de esa forma, hay muchísimos, demasiados, excesivos fotógrafos, y a la hora de hacer fotografía te meten en una especie de zona privada muy pequeña donde no te puedes mover. Los fotógrafos hacen un tipo de fotografía muy parecida porque son momentos donde no tienes tiempo para reflexionar, para saber, dudar, pensar cuándo quieres hacerla, estudiar bien la situación, sino que a lo mejor te dan cinco minutos y en esos cinco minutos todos los fotógrafos tienen que realizar fotos. Yo cada vez participo más de no ir a esos festivales. De hecho, voy cada vez menos y procuro buscar otros como el de Luz-Saint-Sauveur en los Pirineos, un festival parecido, aunque con muchas diferencias, al famoso de Newport, pero donde el fotógrafo está completamente libre por el backstage, está muy cerca de los músicos, que es lo más interesante a la hora de sacar una buena fotografía, puedes conversar con ellos o simplemente observarlos, o conversar con ellos a través del objetivo, no hace falta hablar con palabras. Es muy importante que haya pocos fotógrafos, yo cada vez abomino más de los festivales donde te dan cinco minutos, donde hay un espacio excesivamente reducido, donde no te dejan acudir a las pruebas de sonido, no hay un acercamiento hacia los músicos… Sinceramente, prefiero no ir y no me importa perderme de alguna manera a grandes músicos. No creo que sea el momento ideal de verlos.


Carlos Pérez Cruz : Casi un cuarto de siglo de fotografías de jazz comprimido en 232 páginas de este libro. La primera imagen es de 1990, la última de este mismo año. Un autorretrato de 1990 comparado con uno de 2014 nos permite ser conscientes de nuestro cambios físicos. Mirar hoy 24 años de imágenes, ¿le permite a Esther Cidoncha ser consciente de cambios en su mirada fotográfica?

Esther Cidoncha : Más que mi propia mirada, que creo que en eso tengo una constante bastante clara, lo que ha cambiado es lo exterior. Empecé con la cámara fotográfica clásica, analógica, con su carrete negativo, en el cual tenías 24 imágenes para disparar, había que medirlas muy bien, no podías ver en ese momento la imagen a través de la propia cámara, como actualmente en las digitales, no sabías qué retratabas, tenías que prepararte muy bien para lograr que esas fotografías salieran bien, con buena luz, con un buen enfoque, todo era manual. Ha influido mucho el cambio a las cámaras digitales. Yo empecé con una Yashica manual muy pequeñita, con un solo objetivo de cincuenta milímetros, era una cámara muy austera, extremadamente sobria, no hubo nunca cambios en ese objetivo, no me permitía hacer grandes malabarismos. Sin embargo, lo que produjo esa cámara fue un acercamiento importante al músico, porque al ser de un objetivo de cincuenta milímetros, tenías que estar muy próxima a él. Todo ello motivó que me interesara ir siempre a las pruebas de sonido, lo que conllevaba ir con muchísima anticipación, estar con ellos, etcétera.

También los músicos eran distintos hace 25 años, eran más cercanos. Quizá no se tomaban las actuaciones como un estar de bolos, en el sentido de algo aburrido, cansado, con ganas de irse a casa a ver el partido de fútbol, de tenis, de baloncesto…, porque ellos son humanos y también les gusta muchísimo el deporte, como a cualquiera. Yo estoy viendo ahora un gran cambio, también en la vestimenta. En mis fotos de principios de los años noventa, la mayoría de músicos van vestidos con traje de chaqueta, con corbata, camisa…, como si fueran ejecutivos, pero dándoles un aire muy distinto, dignificando, elevando a una categoría superior el jazz. Es mi humilde opinión. También hay músicos como Lester Bowie, Don Moye o Randy Weston, vestidos de africano. Dignificaban el jazz no sólo con la música, sino creando una estética con la que se identificaban. Ahora vas muchas veces a un pequeño club de jazz y los músicos van vestidos con una camiseta vieja, un pantalón, con la ropa con la que van todo el día, de andar por casa. Van cómodos, no se cambian. A través de las fotografías se nota ese cambio de estética y, la verdad, no creo que favorezca mucho. También entiendo que si para ellos es su forma esencial, verdadera, de ver el jazz, está bien que se muestren tal y como son. En ese sentido ha hecho que mi mirada tenga que seguir buscando más. Si te fijas en los grandes fotógrafos, como Herman Leonard, o si tomas a Billie Holiday, a Lester Young, a Dexter Gordon, van todos con sus trajes de chaqueta, sus corbatas, camisas, sombreros, Thelonious Monk con esos anillos gigantes, con esos collares… Todo eso ha cambiado y ha perturbado y ha hecho que la fotografía de jazz no sea tan plástica, por lo que a mí, como fotógrafa, me cuesta muchísimo más seguir indagando, buscando cómo conseguir lo que me interesa, que es hacer una fotografía bella, hermosa, seguir elevando esa fotografía de jazz a niveles altos.


Carlos Pérez Cruz : Me ha llamado la atención esta frase de tu texto en el libro: “Cuando te introduces en su mundo, te das cuenta de lo solos que están”. ¿A qué soledad te refieres?

Esther Cidoncha : Me refiero a una soledad real, de ser humano. Por ejemplo, Lee Konitz. La primera vez que lo fotografié fue a principios de los noventa, había leído mucho sobre él, escuchado muchos discos suyos, lo veía como un gran mito…, pero luego resulta que cuando llegas con tu pequeña cámara cerca del músico, te acercas a su camerino, preguntas si le puedes hacer fotografías, te encuentras con un ser humano más allá del mito y de su propia música, de su gran carrera. O coges a Sonny Rollins, a Wadada Leo Smith, a Archie Shepp, que los tienes como un gran top, que crees que van a ser absolutamente inaccesibles, que su música se corresponde con la propia persona, y luego descubres que no es así.

Lo que ocurre en los músicos, no sólo en los de jazz, sino en los grandes músicos de, por ejemplo, la música clásica, es que son personas que están dedicadas en exclusiva y con una obsesión tremenda a su propia música. El estudio, los ensayos, estar tantísimas horas con el instrumento, ocho o diez horas diarias, hace que yo perciba una soledad tremenda, porque se encuentran muy alejados de lo que es el día a día de las personas que no tienen una obsesión. No es que sean esclavos de la música, pero sí que les absorbe de una manera tremenda y es en ese sentido en el que me refiero a que los veo solos. Muchas veces termina el concierto y me he llevado grandes sorpresas. Por ejemplo, en un cuarteto, cada uno se ha ido por su lado. Uno está fuera fumándose un cigarrillo, otro haciendo una llamada por teléfono, hay muchas veces que no veo compañerismo entre ellos [fuera del escenario]. Veo mucha complicidad, que es algo muy esencial en el mundo del jazz, porque tienen que estar muy atentos, escucharse, estar concentrados en el otro y no sólo en uno mismo para poder desarrollar la música y que todo fluya y que de esa forma de fluir surja el swing. De complicidades así han surgido los grandes grupos, el quinteto de Miles Davis, el Modern Jazz Quartet, grupos con una gran complicidad. Lo que yo no sé es si a la hora de terminar un concierto, por ejemplo, del Modern Jazz Quartet, había o no una soledad entre ellos. Eso sabiendo que el ser humano está solo en el mundo, porque aunque nos relacionamos, cada uno vemos la vida desde nuestro propio mundo.

Carlos Pérez Cruz : Un vistazo al índice de músicos retratados nos lleva a ser conscientes de que hay una mayoría aplastante de hombres. Tantos años de trabajo en festivales y clubes, mano a mano con músicos, ¿te permite tener una teoría del porqué de esta abrumadora mayoría masculina?

Esther Cidoncha : Sí, claro. Es evidente, creo que el patriarcado ha influido poderosamente en todos los ámbitos de la vida y de la sociedad, es algo globalizado. Quitando a lo mejor ciertas tribus en que pueda haber un matriarcado, en Occidente, en civilizaciones avanzadas, hay un patriarcado que nos ha marcado por completo y del que no nos podemos librar. Es verdad que hay muchas músicos de jazz, pero también es verdad que están surgiendo ahora. La tradición ha sido de cantantes y pianistas, y ahora mismo hay saxofonistas, contrabajistas, bateristas… Pero no creo que mi libro haya sido injusto en ese sentido, porque lo que refleja es la realidad de que en todos los conciertos a los que he acudido, el tanto por ciento de mujeres ha sido pequeño. Son muy escasas las mujeres con las que me relaciono que hablen de jazz. A muchas les gusta, pero que entiendan no tantas. Hay que saber valorarlas y nunca menospreciarlas. Cuando veo que una mujer siente interés por el jazz y se preocupa por leer y escuchar, trato de ayudarla, porque creo que por tradición a las mujeres no les ha interesado el jazz, como tampoco otros ámbitos, simplemente porque tradicionalmente el patriarcado ha castrado a estas mujeres para que estén en ciertos ámbitos de la sociedad, otorgándoles un rol que era totalmente falso, sigue siéndolo y lo será.


Carlos Pérez Cruz : Mayoría de hombres, mayoría también de estadounidenses, apenas presencia de europeos y puramente simbólica de españoles. Me llama la atención para una fotógrafa que trabaja básicamente en España.

Esther Cidoncha : Eso es cierto. Tengo fotografiados a muchísimos músicos tanto europeos como españoles, por supuesto. El libro se ha hecho bajo una selección estricta. Me he fijado muchísimo en la calidad, en fotografías que digan más allá del propio músico. Es decir, no sólo interesa el propio músico sino lo que trasmite esa fotografía. Es cierto que ha habido una selección que buscaba el nivel y la calidad de los músicos en cuanto a un rango internacional, por su categoría, su currículum, grabaciones, con qué músicos han tocado. También han interferido otros factores personales de músicos que, por lo que sea, me han hecho personalmente mucha gracia, por la corbata que llevaban, por ese sombrero llamativo, por ese anillo, por esa mirada… De músicos españoles he sacado a Perico Sambeat y a Javier Vercher, pero ha sido porque esas fotografías transmiten más allá de ellos. Ambos son grandísimos músicos, los dos tienen carreras internacionales muy importantes. Quiero seguir haciendo libros, tengo más proyectos para sacar a muchísimos más músicos, este es un primer libro. Piensa también que hay detrás una editorial. Las editoriales, aunque sean grandes amantes de las fotografías, piensan también en vender el libro no sólo en España, sino en Europa, se va a vender en Estados Unidos, en Canadá, en Sudamérica, tenía que ser un libro internacional. Es decir, no creas que ha habido una voluntad para excluir a los españoles o a los europeos del libro.


Carlos Pérez Cruz : Todos sabemos lo lucrativo que es ser músico de jazz, qué duda cabe que también ser fotógrafo de jazz. ¿A qué dedica Esther Cidoncha el tiempo libre?

Esther Cidoncha : [Risas] En efecto. Ahora mismo estoy trabajando como instructora de Pilates, realmente es como me gano profesionalmente la vida. Con la fotografía de jazz nunca he ganado sino que he tenido y sigo teniendo que poner dinero. Cuesta muchísimo trabajo mantener una cámara, tengo que estar a la última. Me he comprado el último modelo de Nikon, también tengo el último modelo de ordenador para poder trabajar bien las fotografías… Como fotógrafa de jazz nunca podré ganarme la vida, jamás. El libro ha sido un placer, un gozo, pero precisamente por ello no pienso en las ventas. Ojalá, deseo que se venda, pero por los músicos y por mi homenaje a ellos, a la música en directo, a los técnicos de sonido, de iluminación, a los directores de los clubes, a los productores de los grandes festivales, a los propios músicos, porque todos ellos sí lo merecen. No espero salir adelante económicamente con el libro. Deseo hacer más libros, sacar a más músicos, por supuesto llevo idea de sacar a más músicos españoles y europeos, no quiero poner límites a la fotografía de jazz, pero de ella no se puede vivir.


http://elasombrario.com/esther-cidoncha-fotografia-mas-alla-de-la-mitologia-del-jazz/

16 de diciembre de 2014




Peter King - Albert Sanz - Jamboree Jazz - Barcelona



¿Qué haría un músico sin la movilidad de sus manos, sin la agilidad y rapidez de sus dedos? Debe ser tremendo que te ocurra algo en las manos, alguna enfermedad, algún accidente, el paso de los años. ¿Cuántas horas al día practica un músico con sus dedos? ¿Cómo se cuida las manos un músico? En invierno los dedos parece que están más agarrotados, más tiesos. ¿Influye la estación del año para tocar mejor o peor? De repente se me han ocurrido estas preguntas. Como os prometí, aquí comparto algunas instantáneas del sábado pasado por la noche en el emblemático club de jazz Jamboree, escuchando el cuarteto de Peter King. Muestro el local con muchísimo encanto al terminar el concierto retirándose la gente, y después preparando la disco dance para las horas de la madrugada. La iluminación está bien equilibrada, muy conseguida la atmósfera jazzística de estas históricas cavas de sonoridad perfecta.

Peter King, saxo
Albert Sanz, piano
Masa Kamaguchi, contrabajo
Stephen Keogh, batería
Jamboree, Barcelona, 13 de diciembre de 2014

Photos © by Esther Cidoncha 2014









15 de diciembre de 2014




Peter King - Jamboree - Barcelona




Qué ganas tenía de ir al Jamboree. Local emblemático e histórico de jazz en Barcelona en la Plaza Real, cumple este año 54 añazos. Por su escenario han pasado músicos de la talla de Art Farmer, Ornette Coleman, Dexter Gordon, Elvin Jones, Booker Ervin, Chet Baker, Tete Montoliú, Lou Bennet, Bill Coleman, Brad Mehldau, los hermanos Rossy, Al Foster, entre otros muchos. Esta semana pondré fotos y la dedicaré al Jamboree. Gracias a su excelente programador y director artístico, Pere Pons, en la actualidad es uno de los clubes punteros y a tener en cuenta de nuestra península. Los clubes de jazz hay que cuidarlos y mimarlos más que nunca.

A sus 73 años Peter King conserva intactas la sonoridad y la elegancia que lo acreditan como el músico de jazz más admirado de Gran Bretaña. El año pasado lo pude ver en un homenaje dedicado a él en exclusiva en el famosos club 606 de Londres. Qué gran músico y qué conciertazo dio el sábado en el Jamboree. Con horario europeo, primer pase a las 20h y segundo pase a las 22h, y máxima puntualidad.

Peter King, saxo
Albert Sanz, piano
Masa Kamaguchi, contrabajo
Stephen Keogh, batería
Jamboree, Barcelona, 13 de diciembre de 2014

Peter King © by Esther Cidoncha 2014











GRÁFFICA - Por Mª Ángeles Domínguez - Esther Cidoncha: «Sin la fotografía, el jazz no sería lo mismo»




Por Mª Ángeles Domínguez
18 de noviembre de 2014

http://graffica.info/esther-cidoncha-retratos-de-jazz/


Esther Cidoncha: «Sin la fotografía, el jazz no sería lo mismo»


Esther Cidoncha lleva más de 20 años recorriendo con su cámara los escenarios donde el jazz cobra vida cada noche. Este trabajo fotográfico, cautivador y fascinante para melómanos y amantes de la fotografía queda recogido en el libro When Lights are Low. Retratos de Jazz editado por La Fábrica. 


¿Qué sería del jazz sin la fotografía? Durante años y años, son muchos los fotógrafos que han caído fascinados ante el ambiente que se respira en las salas de jazz, retratando aquellos espacios donde se vive el palpitar de la música en su sentido más puro y los personajes que nos hacen posible vibrar con sus notas. Esther Cidoncha pertenece a este grupo de fotógrafos.

Durante años ha inmortalizado esos momentos. Con su cámara ha retratado tanto los grandes clubes y festivales de Europa y Norteamérica como a aquellos artistas a los que la fama durante años les ha sido esquiva. Desde los años 90 hasta nuestros días, el libro When Lights are Low. Retratos de Jazz reúne fotografías inéditas de mitos del jazz como Art Farmer, Kenny Barron, Benny Carter, Lionel Hampton, Casandra Wilson o Joe Lovano entre más de 150 músicos.

Fotógrafa nacida en Orán, Argelia. Esther Cidoncha reside actualmente en Madrid. Debido a su afición al jazz empezó a realizar retratos de músicos hacia 1990. De formación autodidacta, ha centrado sus fotografías en el mundo del jazz. «Los músicos son una fuente de inspiración continua», explica en su blog. «Sin la fotografía, el jazz no sería lo mismo». Para retratar al músico de jazz, Esther Cidoncha aprovecha todos los elementos que tiene a su alcance, ya sea «en el interior de los camerinos, como en las pruebas de sonido o el mismo concierto: luces sugestivas y tenues; diferentes focos de intensidad y color que crean contrastes; la gran variedad de instrumentos, sus tamaños, formas, materiales; la sobriedad de un escenario desnudo o un club de jazz con ambiente; micrófonos, partituras; la forma de vestir extravagante de algunos músicos; una sonrisa cómplice, un gesto, una mirada, un silencio».

El libro When Lights are Low. Retratos de Jazz es un viaje al interior del complejo y fascinante mundo del jazz, que contiene también textos de Antonio Muñoz Molina, Wadada Leo Smith, Chema García Martínez y José María Díaz-Maroto especialmente escritos para este volumen.

11 de diciembre de 2014




PALABRAS PARA ESTHER [Con motivo de la presentación de su libro ‘When Lights Are Low’] Por Sebastián Mondéjar



PALABRAS PARA ESTHER
[Con motivo de la presentación de su libro ‘When Lights Are Low’]
Por Sebastián Mondéjar
La Fábrica, Madrid, 22 de octubre de 2014

Buenas noches, bienvenidos y muchas gracias a todos por acompañarnos en un día tan especial. Mi nombre es Sebastián Mondéjar, vengo de Murcia, soy músico y escritor y amigo de Esther Cidoncha desde hace años. Antes que nada, Esther, quiero manifestar que estoy emocionado por estar aquí y agradecerte la generosidad y la confianza que has depositado en mí, primero, al haberme hecho partícipe de tu proyecto; y, segundo, al invitarme a asistir y decir unas palabras en su presentación oficial. Recuerdo que, hablando contigo hace escasamente un mes, califiqué el nacimiento de tu libro no ya de excepcional, sino de milagroso. Por eso quiero hacer extensivos mi agradecimiento y mi enhorabuena a la editorial La Fábrica por haber puesto el marco, los medios, el sello y la promoción, tan necesarios para embarcarse en una obra de esta envergadura; una publicación que tiene el éxito asegurado de antemano, pues nace avalada por tu larga e impecable trayectoria. Muchas de las instantáneas que aparecen en tu libro han sido ya publicadas en tu blog o difundidas por otros medios y soportes gráficos, así que desde hace años forman parte, por derecho propio, de la historia de la fotografía de jazz para muchos aficionados de dentro y fuera de nuestras fronteras. Y digo esto, entre otras razones, porque quiero dejar constancia de la trascendencia histórica y cultural del momento que estamos viviendo. No puedo, por tanto, dejar de aconsejaros a todos que aprovechéis esta ocasión única para haceros con un ejemplar de esta portentosa y amplia colección de instantáneas en la que Esther Cidoncha ha condensado nada menos que veinticinco años de su actividad como fotógrafa de jazz.

Las primeras fotografías tuyas con las que me crucé en Internet fueron aquellas, bellísimas, que le hiciste en 2007 a la famosa contrabajista y compositora Esperanza Spalding, pues en aquella época yo acababa de descubrirla musicalmente y quería indagar más sobre ella; pero lo cierto es que quedé impresionado con tus fotos e inmediatamente puse un enlace de tu blog en el mío, con la impagable sensación íntima de haber descubierto un tesoro de valor incalculable. Toda la serie de los años noventa me impactó muy especialmente. Me dije a mí mismo: “¡Qué pedazo de fotógrafa! ¡Y es española! ¡Con este nivelazo y este recorrido tiene que ser súper conocida! ¡Y yo sin enterarme!”. Cuando vi, por ejemplo, la foto de Georges Adams, que es para mí un saxofonista emblemático desde que hace ya casi cuarenta años lo escuché por primera vez en Changes, de Charles Mingus, fue como una descarga eléctrica: ¡ahí estaba, sentado en la intimidad de su camerino, cazándote con su mirada al mismo tiempo que tú lo cazabas a él con tu cámara! Poco después te dediqué una entrada en mi blog a la que puse el título que finalmente te ha servido para encabezar esta impagable colección de fotografías minuciosamente escogidas entre cientos de negativos. La verdad es que sigo pensando que su título, ‘When Lights Are Low’, que en realidad le debemos al saxofonista Benny Carter, fue un verdadero hallazgo. Recuerdo que tú te identificaste con él de inmediato, y me alegro infinitamente de que continúes haciéndolo. Por cierto, el gran Benny Carter aparece también por partida doble en tu libro, dentro de esa extraordinaria serie que hiciste en Bayona en 1994 en el Festival de Jazz aux Remparts...

 Todo eso ocurría en octubre de 2007. En torno a tu blog se había venido gestando un nutrido grupo de amigos aficionados al jazz realmente fructífero, interesante y comunicativo, en el que las opiniones sobre tus fotografías suscitaban siempre una rotunda unanimidad (la misma, sin ir más lejos, que se respira hoy en cada uno de los exquisitos textos, tan distintos pero tan convergentes, que Wadada Leo Smith, Antonio Muñoz Molina, Chema García Martínez y José María Díaz-Maroto te dedican en tu libro). Hoy nadie discute que eres una maestra en el dominio del espacio y de la luz, una verdadera ‘compositora’ de la imagen, y lo digo también en un sentido musical y coreográfico. Voy a leer unas líneas de lo que escribí sobre ti en mi blog en 2007: “El arte de fotografiar utiliza un léxico y una metodología muy similares a los de esa actividad ancestral (hoy considerada poco menos que un deporte) llamada caza, aunque sus objetivos y sus resultados son, como sabemos, diametralmente opuestos. Mientras que la caza viola, interrumpe y elimina la vida, la buena fotografía –como toda manifestación artística verdadera– la preserva y la plasma, la retiene, consiguiendo detener el tiempo, nuestro tiempo, con una mirada nueva. Una virtud muy visible en su obra y muy preciada por mí es que Esther Cidoncha no aparenta, no maquilla, no alardea. Sus fotos están desnudas, no son nada artificiosas. Sus retratos son fieles no ya a la realidad, sino a la verdad, y en los ambientes que abarcan se respira calma viva, soledad, respeto y una gran pasión por el oficio”. 

Pues bien, Esther, tú te has hecho a ti misma y no necesitas que nadie convenza a nadie, y mucho menos a ti, de lo buena fotógrafa que eres; en todos estos años no has dejado de crecer y hoy te considero, más que nunca, una ‘cazadora de vida’ innata, cada vez más experta, más ágil, intuitiva, natural, independiente, segura de sí misma, metódica, minuciosa, siempre alerta, que no se deja seducir por presas fáciles ni por mañas artificiosas. Estás a la misma altura que los más grandes: William Claxton, Herman Leonard, Bob Willoughby... A éste último me recuerdas mucho. No sólo por su nivel artístico, sino también por su forma de entender la profesión, su pericia para desenvolverse en la estrechez de los clubes y en el laberinto humano de los conciertos, su capacidad para expresarse con la cámara y plasmar a bote pronto la esencia y los claroscuros del universo del jazz… Por otra parte, tu estilo, tu aplomo, tu sintaxis visual, son muy ‘cinematográficos’; muchas de tus instantáneas son como auténticos largometrajes –por el tiempo que pasaría uno contemplándolas–, y me traen a la memoria imágenes del cine negro americano, de aquellas películas tan crudas, sobrias y contundentes (y tan cercanas a los entresijos del jazz) dirigidas por Otto Preminger, Anthony Mann, Howard Hawks o Joseph H. Lewis; su modo de entender la estética fotográfica, utilizando un blanco y negro frío, limpio, sin alardes, con un sentido de la composición y la construcción formal extremadamente expresivo. Claro que ellos contaron con los mejores profesionales de la época: directores de fotografía como Sam Leavit, John Alton, Milton Krasner... Éste último trabajó a las órdenes de Fritz Lang y otro director de origen alemán que siempre me ha gustado mucho, Robert Siodmak. La plástica del cine negro, su luz, sus claroscuros, su desnudez y su rigor estructural se asemejan mucho, como digo, a los de tus fotografías. Sólo hay que ver tu magnífica instantánea de Lester Bowie entre bambalinas, calentando con la trompeta en los momentos previos al concierto; o la de Nicholas Payton y su grupo aguardando su turno tras el escenario; o la del contrabajista Tyler Mitchel con su traje blanco y su rostro envuelto en el humo de su cigarrillo... Por cierto, Bob Willoughby fue también un importantísimo fotógrafo de estudio… Me gustaría preguntarte si has practicado alguna vez esa forma de fotografiar y si te habrías sentido cómoda siendo, como él, cronista gráfico y retratista de estrellas en Hollywood…

El caso es que tú misma, Esther, me confesabas hace poco por teléfono lo difícil que puede llegar a ser, cuando te lanzas a ‘la caza’, salvar los contratiempos, el bullicio, la multitud, la falta de luz y de espacio, y conseguir extraer siquiera una instantánea de calidad entre mil, en la que todas esas adversidades colaterales no se perciban en absoluto. Parafraseando a mi paisano Ramón Gaya, gran pintor, poeta delicadísimo, lúcido pensador y uno de los artistas más importantes del siglo XX, yo diría que lo verdaderamente hermoso de tus instantáneas es que se nos ofrecen, y ahora más que nunca, como lugares, como espacios donde la realidad ha sido salvada; porque la realidad es caótica y necesita ser liberada, salvada de sí misma, rescatada del caos que es siempre el presente. Esto es: gracias al arte se salva la realidad y, con ella, nos salvamos todos. 

La fotografía es, esencialmente, un arte de observación. Podríamos afirmar que es el arte de ver, de escrutar la realidad. Como dice Geoff Dyer oportunamente en la cita que encabeza el texto que has escrito para tu libro: “El ojo escucha lo que el oído no oye”. Y la fotografía de jazz por excelencia, Esther, y te refieres a ello en tu texto, es la instantánea. Hay que tener mucho temple para ser un buen fotógrafo. Un fotógrafo tiene que estar viendo las cosas siempre como si se encontrara con ellas por primera vez; ha de mirarlo todo con sorpresa, instinto e intuición, pero también sin sobresalto, sin perder su naturalidad. Por eso una de las cualidades que más he aprendido a apreciar en todos los modos de creación artística –y no sólo en ellos, la considero ya imprescindible en el simple y mero oficio de vivir–, es su vínculo íntimo con el silencio. Para mí, el verdadero arte es hermano del silencio. Y esa es precisamente una de las mayores cualidades de la fotografía: el silencio es su aliado primordial. Por otra parte, el trabajo del fotógrafo es casi siempre furtivo, solitario, tan solitario o más, si cabe, que el trabajo de un músico. El músico necesita imperiosamente silencio a su alrededor para expresarse. La labor del fotógrafo consiste precisamente en captar ese silencio solemne que el músico necesita a su alrededor para expresarse. ¡Difícil tarea! El jazz, por otra parte, es un género sumamente complejo desde el punto de vista musical, pero su imaginería, su acervo visual, los códigos que le sirven de soporte expresivo son, al menos en apariencia, muy limitados y repetitivos gráficamente. La gran mayoría de fotografías de jazz que pasan ante nuestros ojos nos parecen siempre las mismas. Indudablemente, la fotografía es uno de los mejores vehículos comunicativos para adentrarnos en un universo musical y cultural con una personalidad tan propia, pero captar fotográficamente su esencia es realmente difícil. La inmensa mayoría de fotógrafos capturan la realidad; los buenos fotógrafos, los fotógrafos de verdad, que sois muy escasos, la liberáis. 

Bueno, voy terminando... 

Esther, tus instantáneas reflejan la pasión, la tenacidad, la responsabilidad, la sensatez y la autoexigencia necesarias para ser la extraordinaria fotógrafa que eres; e intuyo que a veces puedes llegar a ser incluso severa, inflexible contigo misma... En ellas se aprecia también tu riguroso método de trabajo, tu capacidad de síntesis y de organización, tu contagioso entusiasmo por el oficio. Cada paso que das es fruto de un minucioso análisis. Todo ello confiere calidad estética y artística a tu obra. Y este libro es producto de esa ‘profesionalidad’, que yo prefiero llamar ‘entrega’, ‘dedicación’: amor, en suma. Pero al margen de su altísima calidad estética y artística, este libro es también una evocación íntima de muchos momentos mágicos que ya no existen, lo que le confiere una entrañable nostalgia poética. Es más, muchos de los músicos que figuran en su interior ya no están. Por suerte, Esther, tú los inmortalizaste en vida, supiste estar en el momento y en el lugar precisos para dar fe de ellos y perpetuar su aura, su presencia entre nosotros. Antes he dicho que consideraba tus instantáneas muy cinematográficas; pero si tuviese que compararlas con un género literario, me decantaría sin dudarlo por el más sobrio y conciso, el de la poesía breve, concretamente por los ‘haikus’ japoneses, que con tan sólo tres versos son capaces de expresar no sólo ideas y emociones muy profundas, sino también de abarcar el orden, la historia, la razón de ser y las leyes que imperan en el universo al que pertenecen y por el que han ‘venido’ al mundo. Es por eso que perduran y podemos hacerlos nuestros. Con tus fotografías pasa lo mismo: todas y cada una de ellas contienen y resumen el universo del jazz, su atmósfera aristocrática; en todas y cada una de ellas consigues un perfecto equilibrio entre la expresividad y el silencio, tan necesario en el arte. Y, ya que me he referido a la poesía, no puedo dejar de mencionar una frase que me dijo hace unos días un amigo músico, también muy aficionado a la fotografía: “Un buen fotógrafo es un poeta de la luz”. Eso eres tú, Esther: una poeta de la luz.

Los tiempos cambian, las modas pasan, incluso las conductas y los hábitos  se renuevan, pero el arte verdadero arraiga y permanece. Como la mejor pintura, como la mejor poesía, como el mejor cine, como el mejor jazz, no te quepa duda alguna, Esther Cidoncha, de que ésa es la categoría a la que pertenece ‘When Lights Are Low’.

Gracias por escucharme y buenas noches.








Bazil Meade Trio featuring Annette Bowen - Festival Jazz and Blues de Ribadeo



Annette Bowen desde muy joven se incorporó al prestigioso The London Community Gospel Choir, siendo en la actualidad voz solista de la formación. Ha compartido escenario con grandes figuras como James Brown. Aquí la vemos en pleno concierto. Desde luego no le falta fuerza, garra, emotividad y entusiasmo.

Bazil Meade Trio featuring Annette Bowen
Festival Jazz and Blues de Ribadeo, 25 de julio de 2014

Annette Bowen © by Esther Cidoncha 2014




10 de diciembre de 2014




Alana Sinkëy - Cosmosoul - Festival Jazz and Blues de Ribadeo



Era hora de poner fotografías del magnífico festival de Ribadeo de este verano. Fueron unos días increíbles. Qué bien se come, que bueno está todo, qué vinos tienen, qué paisajes, sus gentes, y el propio festival a gustísimo estuve. Os lo recomiendo. Aquí os presento a la bellísima e impresionante cantante Alana Sinkëy originaria de Guinea-Bisau. Es la voz del grupo Cosmosoul. Integrado por cinco miembros de diferentes culturas hacen una música original explorando el Soul y la música negra. El quinteto reside en Madrid, siendo líderes de la música negra en España.

Alana Sinkëy, voz
Abel Calzetta, guitarra
Manuel Pablo Sanz, bajo
Sergio Salvi, teclados
Akin,Onasanya, batería y percusión
Festival Jazz and Blues de Ribadeo, 26 de julio de 2014

Alana Sinkëy © by Esther Cidoncha 2014







Sumrrá - Manuel Gutiérrez - Festival Jazz and Blues de Ribadeo



Manuel Gutiérrez es uno de los grandes pianistas de nuestro país. Nació en Ferrol en 1963. Desde el año 2000 es uno de los miembros de la formación Sumrrá junto al contrabajista Xacobe Martínez y al batería LAR Legido. A finales de julio tocaron en el Festival Jazz and Blues de Ribadeo. Impresionante. Si el concierto que dieron en el 'Johnny' en 2008 me impactó, verlos de nuevo en Ribadeo me confirmó que son uno de los tríos más importantes y destacados de nuestra península. Imprescindibles.

Manuel Gutiérrez, piano
Xacobe Martínez, contrabajo
LAR Legido, batería
Festival Jazz and Blues de Ribadeo, 27 de julio de 2014

Manuel Gutiérrez © by Esther Cidoncha 2014




9 de diciembre de 2014




Sumrrá - Xacobe Martínez - Festival Jazz and Blues de Ribadeo




Sigo con el excelente trío Sumrrá en el Festival Jazz and Blues de Ribadeo de 2014. Algunas imágenes en pleno concierto del magnífico contrabajista Xacobe Martínez.

Manuel Gutiérrez, piano
Xacobe Martínez, contrabajo
LAR Legido, batería
Festival Jazz and Blues de Ribadeo, 27 de julio de 2014

Xacobe Martínez © by Esther Cidoncha 2014





8 de diciembre de 2014




Sumrrá - LAR Legido - Festival Jazz and Blues de Ribadeo



Sin duda el concierto que más me impactó del Festival Jazz and Blues de Ribadeo, por su nivel altísimo de calidad, de creatividad, de profundidad, de complicidad y entrega, de innovación y vanguardismo. Es uno de los tríos más sólidos del panorama jazzístico en la península. Me estoy refiriéndo a Sumrrá. Vienen del norte, de Galicia. Trío formado por el ferrolano Manuel Gutiérrez al piano, el compostelano Xacobe Martínez al contrabajo y el vallisoletano LAR Legido a la batería. Desde el año 2000, cuando comenzó el proyecto, los tres músicos han ofrecido cientos de conciertos y realizado giras en España, Bolivia, Sudáfrica o Bulgaria. Hace tiempo que no se ve un músico fumando en pleno concierto. Y aquí lo tenemos a LAR Legido disfrutando del humo de su cigarrillo.

Manuel Gutiérrez, piano
Xacobe Martínez, contrabajo
LAR Legido, batería
Festival Jazz and Blues de Ribadeo, 27 de julio de 2014

LAR Legido © by Esther Cidoncha 2014








5 de diciembre de 2014




Imágenes de una pasión. Por Chema García Martínez. Publicado en El País.



IMÁGENES DE UNA PASIÓN

Esther Cidoncha publica ‘When lights are low. Retratos de jazz’, un libro que reúne 150 de sus fotografías a músicos, realizadas durante años viajando alrededor del mundo

Chema García Martínez
Madrid 5 de diciembre de 2014

“La vida no es nada sin pasión; y no hay mayor pasión en la vida que el jazz”. Esther Cidoncha, oranesa de nacimiento y madrileña por vocación, es la autora de When lights are low. Retratos de jazz, un recorrido por los escenarios del jazz a través de la fotografía, que ha editado La Fábrica con prólogo del trompetista y compositor Wadada Leo Smith y textos de, entre otros, Antonio Muñoz Molina. “El jazz te da lo que la vida te quita”, opina Cidoncha. “Parece que tengas que ir a escuchar un buen concierto de jazz para encontrar esa fuerza vital. A mí me pasa: la vida, sin el jazz, no me llama la atención; sin embargo, cuando estoy en un concierto, surge la magia y tú sabes que ese hombre que está sobre el escenario trabaja duro todos los días para conseguir transmitirme eso que te está partiendo en dos. Ese es el milagro del jazz: hacer fácil lo difícil, y que te seduzca completamente”.

Durante un lustro, Cidoncha formó parte de la compañía barcelonesa Mudances, de Àngels Margarit: “Me compré una camarita y aprovechaba las giras para hacer fotos en el escenario, durante los descansos, y en los lavabos, los camerinos… Me gustaba la estética de una persona cambiándose de ropa, las ventanitas de los hoteles baratos…”.

De la danza contemporánea al jazz fue un paso. El que Esther, residente, entonces, en la ciudad de Valencia, dio el día en que cayó en sus manos un disco del sello Blue Note: “Fue un enamoramiento inmediato. Cuando vi la primera de aquellas portadas maravillosas sentí el impulso irresistible de ponerme a hacer fotos”.

En los años noventa, Valencia vivía su edad de oro del jazz: “Tuve la suerte de estar muy bien relacionada con los mánagers. Quedaba con ellos y me dejaban ir a la prueba de sonido. Fue una época maravillosa, porque apenas había fotógrafos, y menos de jazz, con lo que prácticamente estaba yo sola con los músicos, me dejaban subir al escenario o ir al camerino con ellos, también yo era una chica muy jovencita y les hacía gracia”.

La necesidad enseñó a Esther a manejarse en las distancias cortas propias del jazz: “Empecé con una Yashica con un solo objetivo de 50 mm., con lo que me tenía que colocar a un metro de distancia del músico como mucho, y eso creaba una gran complicidad entre ellos y yo. Los músicos estaban encantados, me hacían guiños, se notaba que les gustaba, incluso coqueteaban conmigo”.

Delante del objetivo de Esther Cidoncha desfiló la crema y nata del género: “En los noventa todavía vivían los grandes, como Harry Edison, Benny Carter o Hank Jones, auténticos caballeros, tan cercanos y elegantes dentro como fuera del escenario; y eso es algo que se ha perdido. Ha cambiado completamente la estética del jazz. Yo he hecho conciertos con los músicos tocando en chándal, lo que es un reto para el fotógrafo, porque tu trabajo es sacar belleza de algo que empieza a ser no ya tan plástico”.

La pasión por el jazz la trajo a Madrid hace 15 años: “Los mejores años de mi vida los he pasado en el San Juan Evangelista. El Johnny era el motivo que me justificaba vivir en Madrid”. Los tiempos han cambiado para todos, también para Esther Cidoncha. “Echo en falta ese lado lúdico que podías encontrar en los músicos que iban al Johnny. Los músicos de ahora quieren parecerse a las grandes estrellas del rock, se olvidan de lo que es el jazz, un lenguaje complejo que expresa emociones sencillas, y cuando les conoces sólo están interesados en venderte el disco que acaban de grabar”. Una queja que extiende la interesada a los organizadores de conciertos: “La política de los organizadores ahora es ‘aquí cabemos todos’, no importa si eres buen o mal fotógrafo; entonces te ponen en un rincón y te dan un tema, en cuanto acaba sale uno y te echa. No te da tiempo para pensar. Y, claro, siempre te sale alguna foto, pero no es la que tú hubieras querido hacer. Para ser un buen cazador de imágenes necesitas, sobre todo, calma. La fotografía hay que reflexionarla, eso es lo que distingue a los grandes fotógrafos como Francis Wolff, Herman Leonard o William Claxton. Yo hago fotografías de jazz porque admiro al músico de jazz y veo que no está valorado como se merece. Quiero dignificar a esos músicos y hacer la fotografía que ellos se merecen. No le veo sentido a hacer una foto mediocre en tres minutos: esa no es la fotografía que ellos se merecen”.

When lights are low. Retratos de jazz reproduce la peripecia de la fotógrafa recorriendo la geografía del jazz a lo largo de 150 instantáneas en primoroso blanco y negro: “Hay una plasticidad y un dramatismo envolviendo al músico de jazz que me sigue fascinando, sus gestos, sus ropas extravagantes, los instrumentos… El músico de jazz se deja la piel cada noche, no tiene tiempo para pensar, y todo cuanto hace termina conduciendo a ese instante fugaz en el que surge la magia… Hay tanta belleza en el jazz…”.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/12/04/madrid/1417724107_237210.html






4 de diciembre de 2014




Hakon Stene - Sigbjorn Apeland - Cafe OTO - Londres




Hakon Stene, vibráfono
Sigbjorn Apeland, armonio
Cafe OTO, Londres, 21 de noviembre de 2014

Me encanta ir a Cafe OTO, uno de mis clubes favoritos de Londres. Se está más que a gusto. Un hermoso concierto aquella noche donde el percusionista noruego Hakon Stene Ensemble y el también noruego Sigbjorn Apeland interpretaron obras de Laurence Crane, Gavin Bryars y Christian Wallumrod; de su excelente disco 'Lush Lament For Lazy Mammals'. Os dejo algunas imágenes de lo que se vivió durante la audición.

Photos © by Esther Cidoncha 2014












3 de diciembre de 2014



Presentación de mi libro WHEN LIGHTS ARE LOW. Retratos de jazz. Portraits in jazz. Por Esther Cidoncha.




Quiero expresar mi máximo agradecimiento a todo el equipo, que ha participado en el libro WHEN LIGHTS ARE LOW. Tanto a la editorial La Fábrica, como al estudio de diseño El Taller-Lo Otro, a los autores de los diferentes textos, al traductor; y a todos los amigos que de manera invisible han participado aportando ideas, entusiasmo y han dedicado tiempo al proyecto, hoy LIBRO.

Deseo dar las gracias a todos estos músicos retratados que se han dejado fotografiar por mi, por su generosidad y paciencia.

También a los dueños de los clubes de jazz, managers, técnicos de iluminación, coordinadores de eventos.

Revisando mis primeros negativos, empecé a realizar fotografías de jazz en 1989 en Valencia, con el mítico grupo legendario Modern Jazz Quartet, uno de los combos que más han influido en la historia del jazz moderno. O sea que han pasado 25 años desde entonces. Buena fecha para celebrarlo con la edición de un libro.

Me inicié en la música del jazz, pasada mi adolescencia, en casa de un amigo que tenía discos de Art Blakey, Charlie Parker, Thelonious Monk, Miles Davis, Coleman Hawkins, Duke Ellington o Charlie Mingus entre otros. ¿Os suenan algunos de estos nombres? En seguida me gustó esa música a veces extraña, difícil, abstracta, compleja, pero también evocadora, sugestiva, vitalista, individualista, creativa, por momentos introspectiva o explosiva, interpretada por músicos que necesitan expresar lo que no pueden exteriorizar con palabras, creando un lenguaje original singular, inalienable e intransferible.

Años más tarde, y siendo bailarina profesional de Danza Contemporánea en Barcelona, me compré una cámara japonesa, una pequeña Yashica de un solo objetivo de 50 mm. Mi estímulo por la fotografía de jazz fue inmediato. Compraba los carretes en blanco y negro y los revelaba en casa, en un pequeño laboratorio preparado con todos los materiales disponibles. Siempre era un nuevo asombro descubrir las imágenes realizadas durante el concierto o la prueba de sonido. Me obsesionaba estudiar rápidamente los negativos que estaban colgados con pinzas de tender entre unos hilos puestos para la ocasión encima de la bañera. Todo el proceso muy doméstico.

Luego llegaba la hora del laboratorio, de plasmarlo sobre papel baritado, un papel exquisito y muy apreciado por los fotógrafos. Le dediqué cientos de horas al positivado, estudiando qué contraste y dureza de papel utilizar, qué texturas, qué foto y el porqué. Se han ido muchas horas de mi vida en ello. Recuerdo muy bien los olores de los líquidos del positivado, olor muy fuerte e intenso. Después de una larga jornada donde no se podía ver la luz del día, totalmente a oscuras con un sólo foco rojo, debía dejar el espacio impecablemente limpio pues el polvo y la suciedad es enemigo del laboratorio fotográfico.

Desde entonces y hasta el día de hoy lo increíble es que aquí sigo. Cada vez que voy a un concierto que me gusta, disfruto nuevas emociones, estar cerca de los músicos, cuando los veo salir a escena y los fotografío a través de mi objetivo me produce un fuerte estímulo estético. Es una de las experiencias gratas de mi vida que sigue produciéndome placer. El jazz me provoca felicidad, entusiasmo, vitalidad, atracción, hechizo.

Para ser fotógrafo de jazz debe haber dos premisas: una es ser un aficionado al jazz, sino no tiene ningún sentido. Y la otra es que te interese la fotografía. La estética y la gráfica en torno al jazz me llamó poderosamente la atención.

Me  fascinaron las imágenes del clásico fotógrafo de jazz Herman Leonard que en 1948 se instaló en Nueva York y abrió su estudio en el Greenwich Village. Siendo un enamorado de este estilo musical, retrató en esta ciudad, en plena época dorada del jazz, años 40 y 50, a los grandes músicos que desarrollaron este género desde Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Art Tatum, Bud Powell, Art Blakey, Dexter Gordon o Lester Young, por nombrar unos pocos. Sus fotos relatan muy bien la esencia del jazz. Su blanco y negro elegante, los contraluces que reflejan también el ambiente del humo de los cigarrillos, el espíritu bohemio, sus composiciones perfectas. Conocí a los grandes del jazz a través de su mirada.

Las portadas de discos de los elepés de los años 50, con su tamaño de 30 centímetros, como las del sello Blue Note, con un diseño gráfico innovador y vanguardista del genial Reid Miles, y fotografías del excelente Francis Wolff, fueron y siguen siendo mis favoritas. De hecho, la portada del libro When Lights Are Low está inspirada claramente en esa estética, actualizada a nuestra época.

Los sellos discográficos, Pacific Jazz Records y Contemporary, utilizaron imágenes del fotógrafo de la costa Oeste, William Claxton.  Magníficas cubiertas que transmiten el espíritu efervescente de la música.

Otros fotógrafos que me han influido son el americano Lee Friedlander, colaborador del sello jazzístico Atlantic. Y gran amante de las gentes del jazz. También el fotógrafo de Boston Burt Goldblatt con cubiertas discográficas de muy alta calidad e interés gráfico. Los fotógrafos Milt Hinton, William Gottlieb y Bob Willoughby.

Americanos todos ellos, me han inspirado e influido a la hora de buscar una estética propia y un lenguaje en mis fotografías.

Hay una más que evidente afinidad entre fotografía, fundamentalmente en blanco y negro, y el sonido del jazz. Esta vinculación proviene de ciertas similitudes entre estos dos géneros artísticos. Ambos son espontáneos, captan emociones, experiencias en un breve instante. A mi entender, la fotografía de ensayos o de un concierto no necesita colorido, el blanco y negro por sí solo se basta. Así mismo el jazz lo veo de este modo, sobrio, sin aderezos, puro, austero, evocador, sugestivo. Porque habla de verdad, de emociones vitales. La creación y la improvisación ocurre en cada instante de manera continua. La fotografía capta ese instante. Y otros muchas situaciones, como son el ambiente que se vive en un club de jazz y el momento de concentración de un músico antes de salir al escenario.

El jazz utiliza un lenguaje muy complejo para hablarte de emociones, de esencia, de verdad. Basta para ello escuchar a John Coltrane, a Thelonious Monk, Lester Young o a Archie Shepp y comprender y percibir que pese a su complejidad y abstracción el jazz llega directamente a nuestras emociones de un modo directo, como un rayo que te atraviesa y parte por la mitad.

Hoy tenemos el honor de escuchar al trompetista cubano Jorge Vistel, y advertir todas estas cualidades.

Sin duda estoy influenciada no sólo por los grandes fotógrafos de jazz sino también por los grandes de la fotografía como Henri Cartier-Bresson, Man Ray, Ansel Adams, André Kertész, Andreas Feininger, Robert Doisneau, Walker Evans, Harry Callahan, Lee Friedlander, Diane Arbus, Bill Brandt, Man Ray o Paul Strand, Alexander Rodchenko o László Moholy Nagy.

Sin la fotografía, el jazz no sería lo mismo. Ver la imagen de nuestros ídolos nos acerca de una manera mucho más cómplice a su música y a su persona. Tanto las portadas de los discos como las críticas de música van acompañadas de fotografías de aquellos a los que admiramos. Pensemos en los músicos famosos que han atravesado la barrera del jazz como Louis Armstrong, cuya imagen es un icono del jazz, Billie Holliday o Dizzy Gillespie. Impensables sin sus retratos.

El ambiente donde se desenvuelve la magia del jazz suele ser oscuro, tenue, con iluminación de grandes contrastes. Para ello hay que utilizar película de sensibilidad muy alta a la luz. Prácticamente la mayoría de mis imágenes han sido disparadas a 3200 ISO. Normalmente a la luz del día se puede disparar a 50 ISO o a 100 ISO, para que entendáis la diferencia. Ello significa que hay un constante desafío y el estar al límite de la técnica. Preparar la cámara para ser disparada en condiciones muy adversas es pura sagacidad. Por ello hay que ser muy rápido y estar constantemente al acecho para detener ese instante fugaz que impregnará de sonido a la imagen.

A la hora de fotografiar al intérprete mi determinación es ir más allá de la mera documentación neutra y objetiva de ese momento. Mi atención esta puesta en captar la esencia de ese instante. Para ello aprovecho los distintos elementos que tengo a mi alcance, tanto en el interior de los camerinos, como en las pruebas de sonido o el mismo concierto: jugar con la iluminación; con diferentes focos de intensidad y contraste; sacar partido a la variedad de instrumentos, tamaños, formas, materiales. O la sobriedad de un escenario desnudo, o lo contrario, un club de jazz con ambiente, gente atmósfera jazzística; micrófonos, partituras.

Tener en cuenta la forma de vestir de algunos músicos, que puede ser extravagante, atractiva, refinada. Sus gestos, una sonrisa hacia la cámara, una mirada concreta hacia un punto; un silencio donde la introspección se hace escucha.

Las pruebas de sonido dan al fotógrafo una mayor cercanía y proximidad al músico. A través el objetivo se establece una complicidad que va más allá de las palabras. En esos momentos de intensa concentración se debe actuar de manera cómplice con los músicos.

Mantener la calma, tener intuición, es importante y decisivo porque, en esta época digital, es fácil disparar en un breve espacio de tiempo un sinfín de fotos. Borras en un instante las que no interesan.

Sin embargo, no me gusta aprovecharme de ello y procuro esperar momentos especiales que me atraigan la atención. Veo la imagen a través del visor y busco el encuadre que me gustaría, espero el momento oportuno, con mayor iluminación para poder disparar, que no haya excesivo silencio por parte de los músicos, se trata de no llamar la atención ni molestar a nadie con el ruido del clic. Hay que tener paciencia, mucha, si tienes una idea clara de la foto que quieres conseguir.

Un buen momento puede ser cuando toca un batería, sin el batería el fotógrafo suele estar perdido. Una buena fotografía de jazz es toda una serie de circunstancias; incluyendo que el músico sea fotogénico, expresivo, su atuendo, su look. Todo influye. Da mucho juego el que el intérprete vaya vestido de manera impecable, con elementos como una corbata llamativa, un sombrero estilo cine negro o un gran anillo en alguno de sus dedos.

Me hubiera gustado fotografiar a muchos músicos de los años dorados del jazz obviamente, como Duke Ellington, Sarah Vaughan, Erroll Garner, Coleman Hawkins, Ben Webster, Gerry Mulligan, Miles Davis o al saxofonista alto Art Pepper. Pero nací un poco más tarde. Por suerte también, pues sigo siendo joven para fotografiar a los nuevos intérpretes del jazz.

He tenido la ocasión de retratar a otros tantos músicos grandes, con sus carreras bien avanzadas, como Sonny Rollins, Milt Jackson, Art Farmer, Ray Brown, Harry Sweets Edison, Clark Terry, Benny Golson, George Cables, Lee Konitz, Ted Curson o bien Yusef Lateef. La mayoría de los que acabo de nombrar han fallecido.

WHEN LIGHTS ARE LOW muestra una esmerada selección de fotografías escogidas entre miles de negativos. En la actualidad poseo un archivo muy amplio, que debo manejar con método y disciplina. Nombres, locales, clubes , festivales, ciudades, países, fechas; todo ello debe estar clasificado de manera estricta. Para ello hay que dedicarle tiempo,horas, orden.

WHEN LIGHTS ARE LOW rinde homenaje a estos músicos que, sin ellos mismos pretenderlo, han sabido posar ante el objetivo con la misma naturalidad y autenticidad que transmiten con su música. Como nos enseñó el distinguido pianista, compositor y director de orquesta americano Duke Ellington, en un lejano febrero de 1932: It Don't Mean a Thing, If It Ain't Got That Swing (Lo que equivale a decir: No significa nada si no tiene swing).

Ojalá que estás fugaces instantáneas os hagan sentir ese swing que llevan dentro.


Esther Cidoncha
La Fábrica, Madrid, 22 de octubre de 2014